Ya tengo el nuevo libro de alemán entre mis manos, y también me he comprado un cuarderno de espiral en color morado, para los apuntes. Creo que pegaré en la portada una de las (decedas de) postales que compré en Berlín, para tener claro el objetivo y esas cosas.
Por lo demás, hoy he llegado tardísimo a clase, me he dejado el almuerzo en casa y mi tarjeta bus se ha quedado sin saldo. Pero ha sido genial el momento en que nos ha entrado un ataque de risa sin sentido, en plena clase, y por un segundo he pensado que quería quedarme así para siempre. Pero para siempre, siempre.
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