miércoles, 29 de febrero de 2012

Lo mejor de todo es que el día que escribí la anterior entrada del blog, fue el día que empezó a cambiar todo.
A la mañana siguiente me vi a mi misma, casualidades de la vida, hablando de Klaus&Kinski y de La Buena Vida delante de un café crème.
Por la tarde, ya estábamos vaciando botellas de Burdeos.

Y me sigue pasando lo mismo: cada persona nueva que entra en mi vida me recuerda a alguien del pasado.
Sin excepción.


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